miércoles, 21 de enero de 2009

Componentes de la sangre



La leucemia es un cáncer de la sangre por lo que es preciso realizar un pequeño repaso de los componentes de la sangre.





La sangre es un tejido líquido que recorre el organismo transportando células, y todos los elementos necesarios para realizar sus funciones vitales (respirar, formar sustancias, defenderse de agresiones) y todo un conjunto de funciones muy complejas y muy importantes para la vida.
La cantidad de sangre de una persona está en relación con su edad, peso, sexo y altura, una persona adulta se puede considerar que tiene entre 4,5 y 6 litros de sangre.
Todos los órganos del cuerpo humano funcionan gracias a la sangre que circula por arterias, venas y capilares.






La sangre está formada por:
El plasma, es líquido y está formado en el 90 por ciento de agua y en el 10 por ciento de otras sustancias como azúcares, proteínas, grasas y sales minerales;




Células que flotan en el plasma: Glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas



Glóbulos rojos: conocidos también como eritrocitos o hematíes. Son el componente más abundante de la sangre, y actúan transportando el oxígeno. Como su nombre lo indica, son células de color rojo por su contenido de hemoglobina. Se fabrican en la médula roja de algunos huesos largos, y la disminución en el número normal de glóbulos rojos produce anemia.





Glóbulos blancos o leucocitos, son células que no tienen color, tienen un tamaño mayor que los glóbulos rojos. Cumplen la función de defender al cuerpo de los microorganismos infecciosos ya que tienen ciertas características que hacen posible esta acción.
Los glóbulos blancos poseen la capacidad de responder frente a los órganos dañados; cuando captan la fuente infecciosa, pueden atravesar las paredes de los vasos sanguíneos y dirigirse al sitio de la infección. Esto lo hacen deformando su "cuerpo" y desplazándose, y al llegar a la infección envuelven al agente patógeno (o lo comen) y de esta manera lo destruyen. Se fabrican en la médula ósea.
Los glóbulos blancos de la sangre son de dos tipos principales: los granulosos, con núcleo multilobulado, y los no granulosos, que tienen un núcleo redondeado.




Los leucocitos granulosos o granulocitos son las células con núcleo más abundantes en la sangre. Estas células fagocitan (ingieren) los antígenos que penetran en el cuerpo, sobre todo si estos antígenos han sido recubiertos en la sangre por inmunoglobulinas o por proteínas del sistema del complemento del Sistema inmunológico. Una vez ingeridos, los antígenos suelen ser destruidos por las potentes enzimas de los granulocitos.


Los granulocitos incluyen:
Neutrófilos, que fagocitan y destruyen bacterias.
Eosinófilos, que aumentan su número y se activan en presencia de ciertas infecciones y alergias.
Basófilos, que segregan sustancias como la heparina, de propiedades anticoagulantes, y la histamina que estimula el proceso de la inflamación.




Los leucocitos no granulosos están formados por linfocitos y un número más reducido de monocitos, asociados con el sistema inmunológico.



Los linfocitos desempeñan un papel importante en la producción de anticuerpos y en la inmunidad celular. En algunos aspectos, los linfocitos son las células más importantes del sistema inmunológico.
Existen dos tipos principales de linfocitos: los linfocitos B y los linfocitos T.
Los primeros son responsables de la inmunidad humoral o serológica; es decir, los linfocitos B y sus descendientes directos, que reciben el nombre de células plasmáticas, son las células responsables de la producción de unos componentes del suero de la sangre, denominados inmunoglobulinas.
Los linfocitos T son responsables de la inmunidad celular; es decir, atacan y destruyen directamente a los antígenos.
Estas células también amplifican o suprimen la respuesta inmunológica global, regulando a los otros componentes del sistema inmunológico, y segregan gran variedad de citoquinas.



Los linfocitos T constituyen el 70% de todos los linfocitos.
Tanto los linfocitos T como los linfocitos B tienen la capacidad de recordar, desde el punto de vista bioquímico, una exposición previa a un antígeno específico, de manera que si la exposición es repetida puede producirse una destrucción más eficaz del antígeno.




Los monocitos constituyen un pequeño porcentaje de la totalidad de las células sanguíneas; cuando se encuentran localizados en los tejidos, fuera de la circulación sanguínea, experimentan cambios físicos y morfológicos, y reciben el nombre de macrófagos.
Al igual que los granulocitos, los monocitos también ingieren sustancias extrañas, interaccionan con las inmunoglobulinas y con las proteínas del complemento, y contienen enzimas potentes dentro de su citoplasma. Sin embargo, los monocitos alteran además los antígenos, haciendo que la respuesta inmune de los linfocitos, sea más fácil y más eficaz.




Plaquetas, también llamadas trombocitos son los corpúsculos más pequeños entre los componentes de la sangre. Son fragmentos de células y su función es permitir la coagulación sanguínea.
Una persona adulta tiene un promedio de cinco litros de sangre, con una temperatura cercana a los 37 grados Celsius









Lugar de fabricación de los componentes sanguíneos:


Las células sanguíneas se fabrican en la médula ósea. Ésta es el material esponjoso que se


encuentra en el interior de los huesos y que produce aproximadamente el 95 por ciento de las células sanguíneas del cuerpo.
Existen otros órganos y sistemas en nuestro cuerpo que ayudan a regular las células sanguíneas. Los ganglios linfáticos, el bazo y el hígado ayudan a regular la producción, destrucción y diferenciación de las células (desarrollando una función específica). El proceso de producción y desarrollo de nuevas células se denomina hematopoyesis.
Las células sanguíneas formadas en la médula ósea empiezan como células madre. La "célula madre" (o célula hematopoyética) es la fase inicial de todas las células de la sangre. A medida que la célula madre madura, se desarrollan varias células distintas, como los glóbulos rojos, los glóbulos blancos y las plaquetas. Las células sanguíneas inmaduras también se denominan blastocitos. Algunos blastocitos permanecen en la médula ósea hasta que maduran y otros se desplazan a otras partes del cuerpo para convertirse en células sanguíneas funcionales y maduras.

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